lunes, 30 de enero de 2012

LA SOLEDAD

Me desperté en la orilla
Al notar que el agua me rozaba la barbilla.

Era una fría tarde de invierno,
Aquel momento se me hacía eterno.

La tristeza me invadía,
No podía olvidar ese día.

No era capaz de levantarme.
Tampoco podía relajarme.

Lo único que deseaba era salir corriendo,
No merecía la pena seguir viviendo.

Gustavo Ruiz-Esteller (1º ESO)

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