De más pequeño, creía
que aquella redonda esfera
que de la mar se salía
las noches de luna llena,
era naranja arrancada
de un naranjo de mi abuelo
del que fueron a robarla
los amigos de lo ajeno.
Pero ya no me lo creo,
pues si hace calmar el mar
y que cante el ruiseñor,
ello me hace pensar
que la luna es un lugar
lleno de paz y de amor.
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