Jaimito Borromeo,
un hombre de Castellón,
tenía pecas en la cara,
pero ligaba un montón.
Muchas tardes las pasaba
sentado en su sillón,
comiendo caramelos
y dándole al botón.
Jaimito Borromeo
no era un empollón,
aprobaba los exámenes
copiándose mogollón.
Todo el mundo le quería
aunque era un ladrón.
Robaba corazones,
esa era su obsesión.
(Alumnos de 3º ESO)
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